viernes, febrero 07, 2014

¿Es la derecha española antisemita en la intimidad?

Con la polémica del presidente de la Comunidad de Extremadura, José Antonio Monago, en cuyo discurso denunciando la política de presupuestos autonómicos llamó, lo que consideró una injusticia, un "mercado de judíos", se añade ahora la insensible expresión del presidente de las Joventudes Populares de Tarragona, Javier Hurtado, dedicada a los que protestan la última ley restrictiva del aborto del gobierno español:

"A la ducha..." y "Eres muy fea, igual hubieran abortado por malformación a ti".

En primer lugar se debe indicar que es una falta de respeto a aquellas personas que se enfrentan ante el terrible dilema de elegir si abortar o no a un feto con malformaciones graves, o que tienen que cuidar a aquellos que sufren una verdadera malformación. En segundo lugar hay algo mucho más preocupante, que aparece en los medios principales de España como un fenómeno marginal, es en realidad un aspecto que ocurre en el seno del futuro del Partido Popular: antisemitismo.

El caso de Monago se puede entender como una expresión popular, no menos execrable, de un enotrno antisemita español que pervivió durante siglos desde la expulsión de los judíos en 1492. Pero aquel antisemitismo popular es independiente de la ideología de un partido político, o el postureo más o menos sincero de los políticos que critican, o no, al Estado de Israel u otros aspectos candentes del mundo judío. Aquel antisemitismo "popular" es un fósil obsoleto que está desapareciendo a medida que el mundo se globaliza y la diversidad social española se asienta.

El antisemitismo del Sr. Hurtado, sin embargo, se coloca en el seno ideológico del Partido Popular. La expresión de "a la ducha" puede verse contextualizada, y vinculada al insulto hacía los manifestantes sobre su suciedad. Sin embargo su insensibilidad a las conotaciones históricas, en un partido que tan abiertamente denuncia a manifestantes contrarios a sus políticas de "nazis", como ocurrió con la Plataforma Afectados por las Hipotecas (PAH), por hacer "escraches" a los políticos. Esa insensibilidad encaja bien con las fotos difundidas este último año por parte de miembros de las Juventudes del PP con posando con el brazo en alto y acompañados por símbolos fascistas del régimen de Francisco Franco.

¿Qué significa esa proximidad al franquismo por aquellos sectores ámplios del Partido Popular, particularmente de su juventud? Para eso es necesario volver a 1936, cuando estalla la Guerra Civil. Por aquel entonces, sectores conservadores de la derecha española nunca abandonaron el antisemitismo popular arraigado en la sociedad española, particularmente por influencia de la iglesia. Pero el tono antisemita de la derecha tuvo un giro algo oscuro. A medida que el bando rebelde se alineaba con las fuerzas del eje, vieron en los judíos un enemigo contra la integridad de España. Eso tuvo un fundamento en la realidad que veían: aproximadamente el 70% de los equipos médicos de las brigadas internacionales eran judíos. Los judíos de Polonia, Alemania, Italia, Francia, Gran Bretaña, América y Palestina formaron gran parte de los brigadistas que lucharon contra el fascismo español y a favor de la libertad en España. Incluso se formó la Companía Naftali Botwin, dentro del batallón de Palafox, con su periódico en Yiddish que dirá unas palabras que dan escalofríos, considerando el terrible destino del judaísmo europeo:

"Con y para la democracia española, ya que de aquella depende el destino de nuestras vidas y nuestra libertad".

Periódico en Yiddish de Compañía Naftali Botwin

El régimen de Franco es conocido por sus abiertas expresiones de antisemitismos, en que la "anti-España" la formaba el "contubernio judeo-masón", con claras alusiones al antiguo eslógan fascista y antisemita del "bolchevismo judío". Así dijo en 1943, en una carta al Pápa Pio XII tras la batalla de Estalingrado: 

"Se mueven, entre bastidores, la masonería internacional y el judaísmo imponiendo a sus afiliados la ejecución de un programa de odio contra nuestra civilización católica, en el que Europa constituye el baluarte principal por considerársele el baluarte de nuestra fé".

El régimen de Franco colaboró abiertamente con la Alemania Nazi en promover sus políticas ideológicas, ya sea en políticas investigadoras sobre la "historia aria" de España, como en la "ambígua" política española hacía los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Así fue que el Comisario General de Excavaciones Arqueológicas en el franquismo temprano, José Martínez de Santa Olalla, recibió con exaltación al jefe de las SS, Heinrich Himmler, en su búsqueda del pasado "ariano" español, particularmente el visigodo, en el marco de la Ahnennerbe dirigido por el propio Himmler. A tal efecto los Nazis levantaron en 1943 la sede madrileña del Instituto Arqueológico Alemán, dirigido por Helmut Schlunk que, hasta el final de sus días.

(Como paréntesis, cabe señalar que no existe evidencia clara sobre la asociación de H. Schlunk al partido o ideología Nazi, aunque evidentemente hubo un vínculo cuanto menos burocrático).

Himmler en España, acompañado por el arqueólogo español Santa-Olalla


Así fue que el régimen de Franco, hacía 1941, ordenó el conteo de los judíos en España, ordenado por Ramón Serrano Súñer, el "cuñadísimo" del dictador. Aquello explicaría, en parte, cómo llegó el número de judíos a los papeles recuperados de la ínfame conferencia de Wanssee, donde se decidió en enero de 1942 la política de la "solución final" del "problema judío". El régimen de Franco además actuó con una criminal ambigüedad de cara a la destrucción de los judíos de Saloniki, los de Hungría y Francia, poniendo más pegas que ayudas a los diplomáticos españoles que buscaban salvar los judíos del terrible destino que les aguardaba en las cámaras de gas. Como "guinda en el pastel" de esa terrible política, a los judíos no se les permitió permanecer en España, teniendo que pasar a la Portugal de Salazar en su gran mayoría.

El antisemitismo franquista no terminó ahí. En 1948, a pesar de las sugerencias para reconocer el Estado de Israel por parte de expertos diplomáticos españoles, Franco rehusó tal reconocimiento poniéndose de lado de dictadores árabes que, incluso, estaban alineados con la Unión Soviética, como lo eran los regímenes nasseristas y baathistas. Recién en 1968, por presión de una realidad sobre el terreno, se revocó por fín el decreto de Marzo de 1492 por el que se expulsó a los judíos de España. Para entonces Franco delegó gran parte de sus poderes a sus ministros, entre ellos Carrero Blanco y Manuel Fraga.

Una vez en democracia, la derecha española tuvo que reconvertirse. Camisas azules (falangistas) convencidos se convirtieron en demócratas, mientras que los más extremistas se quedaron al márgen del poder y la legalidad constitucional. Fraga creó el partido Alianza Popular que será el núcleo post-franquista que fagocitará a la centrista UCD, formando el Partido Popular, el partido de derecha dominante de la política española. Cabe señalar que los gobiernos de la UCD no establecieron relaciones diplomáticas con Israel hasta 1982, uno de los últimos en hacerlo en Europa.

Considerando la historia de la derecha española, y la animadversión de aquella a los judíos incluso hasta el devenir de la democracia, la pregunta que nos queda es la siguiente: ¿es la derecha española, en el fondo, antisemita?

No puedo responderlo claramente. Pero sí diré una cosa: cuando María Dolores de Cospedal considera que los políticos del PP son víctimas de "nazismo" por parte de los que luchan para detener deshaucios abusivos de bancos especuladores, haciéndolo desde una posición de poder e influencia que los judíos europeos no podían ni soñar en los años 30 y 40 del siglo pasado, demostrando así una  nula sensibilidad a aquellos que fueron víctimas, e incluso los que lucharon contra la barbarie Nazi, cabe entonces notar que existe un antisemitismo de fondo. Es así porque ven a los nazis como gente que reaccionó irracionalmente a "injusticias" percibidas de los "exitosos judíos", y no ven al nazismo como una injusticia en sí. No pueden hacerlo, porque eso significa que el anti-comunismo que representaban formaba parte de aquella locura. Eso explica que en la intimidad los jóvenes populares les importa un bledo lo que significa el franquismo para los judíos, poniendo máscaras de "amigos de los judíos" hacía el público. Por eso la existencia de la expresión del Sr. Hurtado.

Segundo a la izquierda, edil del PP en Xátiva. Fuente.

En resúmen, la cercanía del PP al franquismo es antisemitismo, lo miren como lo miren. Siendo franquistas en la intimidad los hace antisemitas en la intimidad. Eso, queridos lectores, es la verdadera "herencia recibida del pasado" que Rajoy y el PP tanto le gusta señalar.