domingo, octubre 19, 2014

El cielo se asalta para destruírlo, no conquistarlo



Ahora que empezó la "Asamblea Sí Se Puede", organizada por un grupo elegido por listas cerradas en lo que se puede clasificar como un putcherazo partidista dentro de Podemos, Pablo Iglesias dió un discurso de apertura donde la frase más llamativa fue:

"El cielo no se toma por consenso, sino por asalto".


Naturalmente, como todo lo que hace Pablo Iglesias, los medios han hecho inmediatamente su análisis de estas palabras, o mejor dicho de dónde ha sacado esta frase. El periódico El País señaló que es una frase muy utilizada en la retórica marxista, desde su uso por primera vez en una carta enviada por Marx al Dr. Kugelmann el 12 de abril de 1871, hablando sobre el "asalto al cielo" que los parisinos hicieron durante la Comuna de París.



Sin embargo algo no cuadra. Porque leyendo la carta, disponible en Marxists.org, uno se percata que el concepto de "asalto al cielo" es totalmente distinto a lo que Pablo Iglesias quiso señalar. El "cielo" es algo negativo, el poder ajeno a los problemas de los trabajadores y pobres de París. De hecho, la frase que Marx utilizó es la siguiente


"Que se compare a estos parisienses, prestos a asaltar el cielo, con los siervos del cielo del sacro Imperio romano germánico-prusiano, con sus mascaradas antediluvianas, que huelen a cuartel, a iglesia, a junkers y, sobre todo, a filisteísmo."

El cielo es lo que esclaviza a los "siervos" (mejor dicho, esclavos) de este entorno idílico y poderoso, ajeno a las preocupaciones que llevan a los heróicos participantes de la comuna a luchar contra ellos. Y es ahí donde percibo yo el problema mayor de Podemos como partido a día de hoy. Pablo Iglesias, de forma concienzuda, cambió el sentido de la frase original. Ya no se trata de asaltar el cielo para destruírlo, como lo indicó Marx ya en 1843 en su Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel:

"La crítica le ha quitado a la cadena sus imaginarias flores, no para que el hombre la lleve sin fantasía ni consuelo, sino para que arroje la cadena y tome la verdadera flor. La crítica de la religión desengaña al hombre, para que piense, actúe, dé forma a su realidad como un hombre desengañado, que entra en razón; para que gire en torno de sí mismo y por tanto en torno a su sol real. La religión no es más que el sol ilusorio, pues se mueve alrededor del hombre hasta que éste se empiece a mover alrededor de sí mismo.

Es decir que, tras la superación del más allá de la verdad, la tarea de la historia es establecer la verdad del más acá. Es a una filosofía al servicio de la historia a quien corresponde en primera línea la tarea de desenmascarar la enajenación de sí mismo en sus formas profanas, después que ha sido desenmascarada la figura santificada de la enajenación del hombre por sí mismo. La crítica del cielo se transforma así en crítica de la tierra, la crítica de la religión en crítica del Derecho, la crítica de la teología en crítica de la política."

Esa es la diferencia fundamental entre el populismo pseudo-izquierdista que domina la dirección de Podemos, y la verdadera noción de la izquierda internacionalista y crítica. Mientras Pablo Iglesias promete un cielo por conquistar, la izquierda se centra en destruir ese cielo y conquistar la tierra en nombre de los más débiles y los menos poderosos, las clases trabajadoras, campesinas, empobrecidas y explotadas, las minorías étnicas, de género y de otra naturaleza perseguidas, y las mayorías injustamente excluídas de participar en las decisiones que definen su propio destino.

Quizá eso explica la razón por qué no le importa vender su programa al canal público de los mayores enemigos ideológicos de la izquierda a día de hoy, y por tanto por qué sus discursos apestan tanto a púlpito. Alegando, por supuesto, que la "geopolítica es así", una excusa muy débil para pisotear sobre la memoria de las decenas, si no centenares de miles de seres humanos asesinados por el régimen demencial de los Ayatollahs. Eso sí, no duda en comparar a los israelíes con los nazis y Hamás con Mordechai Anielevich y sus rebeldes judíos del gueto de Varsovia, vendiendo sus principios, por supuesto, a sus dueños iraníes por intereses personales. 

Y bien, la diferencia señalada arriba, esa distinción crucial entre las palabras de Marx y Pablo Iglesias, demuestra de forma clara que, detrás de esas palabras inspiradoras de Pablo Iglesias, yace un engaño bastante rastrero: el que "toma el cielo" se convierte en su nuevo esclavo. La "Casta" que tanto denuncian se les arrebata el poder para reemplazarlos con una nueva Casta propia. Y así, con todo el esfuerzo y energía humana desperdiciada en Podemos, volveremos inexorablemente al punto de partida, ahondándonos en la desesperación que provocará el elitismo burocrático y nepotista que tanto define el mundo académico español de donde Pablo Iglesias y sus más fieles colaboradores provienen.