He de decir que hasta hace pocos días estaba firmemente en el campo pro-Bologna, por ciertas razones que indicaré a continuación: Era una reforma de un sistema ya inútil, donde el profesorado tenía excesivo control de la cátedra, donde los estudiantes no tenían incentivos para la investigación, y las universidades dedicaban excesivos recursos para aquellos estudiantes que no aportaban nada de investigación y conocimiento a la sociedad.
Pero había algo que siempre me incomodaba de este proceso, y nunca pude admitirlo. No lo criticaba por la idea de aumentar el tiempo dedicado a la investigación, sino por que en los países donde se aplicaba, empezaba haber mayor injerencia de empresas privadas. Y en efecto, hoy todavía sostengo que la privatización de la academia no es producto del proceso Bologna, sino todo lo contrario.
¿Qué me hizo entrar en razón, al ver Bologna como verdaderamente es? Ultimamente la nueva protesta contra el proceso me hizo reflexionar. La mayoría de los que gritan "¡NO a Bologna!" no tienen ni la menor idea de lo que hablan. Pero cada vez más notaba que existía mayor crítica seria al proceso. Crítica que estaba ignorando, pensando en la posibilidad que son los reductos interesados para mantener el sistema decadente anterior. Eso es, hasta que decidí retomar mi lectura del proceso, y descubrí mi amargo error. En efecto, el proceso Bologna no contempla ni la privatización de la enseñanza pública, ni nada por el estilo. En eso tenía razón, en mi mente poco madura intelectualmente de hace un par de años. Pero ahora, viéndolo con nuevos ojos, puedo leer entre líneas la realidad detrás del proceso.
Es, en efecto, una guerra abierta contra el espíritu de la universidad.
Seré sincero que no fui yo el que leyó independientemente los artículos del plan tal como lo presentaron anteriormente. Fue un artículo por parte del Dr. Chris Lorenz, de la Universidad Libre de Amsterdam, que me hizo replantear mi posición (y romperlo en mil pedazos). Se encuentra en Inglés:
Artículo
Viendo los artículos uno a uno, comprendí que mi entusiasmo inicial por ver a los profesores mediocres sudando por el temor que da la eficacia no valía la pena, si se trataba de lo que se expresaba en este artículo. Se trataba de acabar con el estudio, la creación de conocimiento, por su propio valor.
En el artículo plantea la existencia del "knowledge economy", o economía del conocimiento. Esto implica que el conocimiento está orientado, en la economía capitalista, hacía las necesidades del mercado. Se agrega las posturas de la OMC entre otras más (como la GATS) de una fuerte vertiente neo-liberal, que presenta la idea de hacer de la educación un servicio más en el mercado, y por tanto debe ser un producto del mercado más, susceptible a los cambios de precios del libre mercado.
Esto implica que, como bien señala el Dr. Lorenz, que el Estado no puede regular la educación universitaria en el país, aceptando las reglas del libre mercado. Lo que conlleva la posibilidad del ejemplo de Tom Cruise y John Travolta creando una universidad se la Cienciología en España teniendo la misma consideración de lo que, anteriormente, eran universidades públicas.
Pero la realidad va más allá de lo que el Dr. Lorenz plantea en su artículo. Agregando mis propios conocimientos, entendí la voluntad detrás del plan Bologna en su espíritu que lo estructura. Aunque no lo dice explícitamente, el plan Bologna plantea la creación de una enseñanza más "competitiva" con Estados Unidos o Asia (aunque Estados Unidos considera lo mismo sobre Europa y Canadá, curiosamente), entendiendo con "competitivo" lo que es capaz de generar beneficios económicos. Pues bien, esto se dejó lo bastante ambíguo para los Estados a crear plataformas donde el estudiante se oriente exclusivamente a las empresas, y la vida en el sector privado: La creación de riquezas económicas. Y se agrega que la obligación de hacer Master en la universidad, un título no dedicado a la investigación, es parte de esa orientación a la voluntad de la demanda del mercado.
El espíritu de estas reformas son similares a las de Chile en las últimas décadas (Lorenz indica que existió en Holanda antes del plan Bologna). Las élites, vinculadas al poder dicatorial de Pinochet (que ya dinamitó el espíritu libre de la universidad) y al Opus Dei (que curiosamente se vinculan también al gobierno Aznar que aprobó, entre otros gobiernos europeos, esta medida) decidieron que la educación superior debería servir los intereses empresariales. El libre pensamiento debe ser dinamitado, a toda costa, a favor de la creación de mano de obra cualificada para trabajar, y no pensar creativamente. Los pensadores creativos sólo quedan en el empresario y su pequeña corte vinculada a la Iglesia y sectores políticos opresores de la sociedad.
Entendiendo todo lo anterior, me uno a la lucha contra todo lo que supone la destrucción de la creación de pensamiento por su valor propio, y no para satisfacer las demandas del mercado. ¡Yo estudio por estudiar, no para vender!
Pero voy a indicar que no apoyo la vuelta al sistema de estudios anterior. Si tenemos cualquier posibilidad para lograr un futuro adecuado para las universidades europeas en general, y españolas en particular, debemos entonces crear un nuevo sistema donde no exista el lastre de mediocridad anterior, pero al mismo tiempo no nos venda a los intereses de los poderosos. Donde el libre pensamiento sea lo que guíe la sociedad. Sólo así se logra el desarrollo de la humanidad a través de sus respectivas revoluciones fundadas en el pensamiento creativo.
1 comentario:
He borrado los comentarios repetidos, aunque los que quedan son un recuerdo para mi que la estupidez es peligrosa.
Gracias, anónimo.
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