La Iglesia Católica, una de las instituciones religiosas más poderosas de la historia, si no es la más poderosa de todas. Ha logrado mantenerse durante siglos de crisis y resurgimiento, aprovechándose de la miseria mundial para su propio beneficio, y siempre justificándo su propia existencia con la existencia de la pobreza.
Quizá es por eso que en este mundo, la Iglesia Católica tiene tantos seguidores en Latinoamérica, África y Asia, tres continentes con muy altos índices de pobreza. Sin embargo, poco entiende el mundo de que la Iglesia católica no ha cambiado nada, realmente nada. Sólo tienen distintas palabras para transmitir la hipocrecía que permite su existencia.
No es de sorprenderse, entonces, que durante en siglo XX los regímenes más totalitarios, xenófobos, injustos y opresores han sido apoyados, de alguna manera u otra, por la Iglesia católica. Muchos han considerado, por ejemplo, que la verdadera razón de las dictaduras militares latinoamericanas ha sido la ambición de Estados Unidos como potencia imperialista. Sin embargo, la injusticia en Latinoamérica ha existido desde época colonial, y siempre ha sido acompañada por un factor: La Iglesia. Donde se han establecido los eclesiásticos, especialmente los jesuitas, son las regiones más empobrecidas y explotadas de América. Y esa imagen de cura protector de los indígenas que se ha transmitido por películas como "La Misión" es en realidad una imagen falsa, mientras que el gran aporte de la orden jesuita de Paraguay es crear un país plagado de miseria y pobreza tras su abandono de latinoamérica en 1767.
Si bien Marx dijo que la religión es el opio del pueblo, yo digo que son su vampiro. Las religiones alimentan como sanguijuelas de la miseria de los pueblos, presentando un alivio inútil ante la injusticia de sus patéticas vidas, a la vez que convierten a los pueblos en personas muertas, incapaces de pensar por su propia cuenta, y dependiendo siempre de las opiniones y ordenes dogmáticas de Roma o cualquier otro centro. Todos los conocimientos y las sabidurías transmitidas por la Iglesia deben ser aceptadas por la fe, por lo que nunca se cuestiona. Es por eso que ellos aceptaron con tanta gratitud la autoridad corrupta de dictadores e ideólogos genocidas. Es una lista larga y muy negra de personajes, desde Eichmann e Himler, fervientes católicos que idearon la "solución final" al "problema judío" de la Alemania nazi, hasta la Polonia actual, compuesta por millones de fanáticos anti-comunistas que intentan establecer una cruzada en contra de todo lo bueno o malo que pudo hacerse en su pasado bajo el bloque soviético.
Hay algo en común en esta línea: El anti-comunismo. El comunismo, o el marxismo en general, además de ser ateo y rechazar directamente la religión, establece algo fundamental: Quita a la sociedad la necesidad de tener religión. Anteriormente, he señalado cómo la Iglesia se ha aprovechado de la existencia de la miseria e injusticia social de los pueblos para poder alimentar la razón de su propia existencia. Pero si no existen clases, y no existe injusticia social inherente a la existencia de clases, entonces está claro que no existe la necesidad de la religión. El negocio de Roma se desmantela.
Durante el siglo XX, a la Iglesia no le ha importando la existencia de regímenes racistas y genocidas si no adopta propuestas marxistas para su desarrollo económico. Dicho de otro modo: Ayudó a Franco, no condenó al nazismo, pero sí condenó a la URSS. Protegió a obispos católicos que han colaborado con los nazis en Croacia durante la Segunda Guerra Mundial, pero abandona a todo colaborador con los servicios secretos soviéticos en Polonia. Ayuda a regímenes como el de Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Stroessner en Paraguay, pero permite a los miembros de la Iglesia de la liberación, los únicos que han intentado eliminar la pobreza en vez de mantenerla, a ser masacrados como perros por parte de dictadores centroamericanos como en El Salvador.
Y ahora, queridos lectores, la Iglesia pide que se base la "historia de Europa" en la Cristiandad. Esto no se puede permitir bajo ni un concepto. Europa no se basó nunca en la cristiandad, sino en la filosofía clásica, en la razón, que ha sacado de la oscuridad confesional de la Iglesia a la población, y la ha dotado, temporalmente, por una capacidad de autocrítica nunca vista antes, hasta que volvió a la oscuridad del capital.
En conclusión, se debe destruir la religión, aunque sólo destruyendo la necesidad de su existencia. Si existe justicia social, la necesidad de las religiones deja de existir. Por lo tanto, debemos dejar de creer en lo que los sacerdotes pueden decirnos, pues sus intenciones siempre han sido los mismos: Mantener la existencia de distintas clases, la injusticia social, y mantener así su impío negocio.
1 comentario:
Con todo respeto, muchacho, solo te propongo que estudies la historia de la Iglesia Católica en América Latina. Te aseguro que te sorprenderás. Las cosas no suelen ser tan lineales como tu pareces creer. Existen matices. Y contradicciones.
Zapata llevaba en su estandarte la virgen de Guadalupe. Romero, Camilo Torres, Mujica y Angelelli en Argentina, etc. Dos de los comandantes sandinistas (Borge y Cardenal) eran sacerdotes católicos. Solo investiga y después me cuentas.
Y mira, lo que dejó a Paraguay en la miseria fue la guerra de la triple Alianza, con la que la iglesia no tuvo nada que ver. Pues mira como son las cosas: El candidato opositor más importante contra el derechista y corrupto gobierno de Duarte Frutos es Lugo, un sacerdote y ex-obispo de izquierdas...
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