Han pasado ya unas buenas semanas para poder ver la situación en Irán de forma más fría y calculadora. Las protestas dentro de Irán han dejado un quiebre abierto dentro de esa sociedad: el pueblo ya no confía en el régimen, y no lo hacía ya bastantes años. A medida que se aislan en su propia desvergüenza, el régimen de los Ayatollahs verán cómo el apoyo popular disminuye paulatinamente.
Khamenei debería tener cuidado, porque cuando menos se le espera, cuando menos se le ocurra, le podrían colgar de una grúa como las mujeres que han sido ejecutadas por supuesto adulterio, o los homosexuales que el régimen indica que "no existen". Y cuando eso pase, nadie llorará su muerte. Le recordarán como un capítulo oscuro y tenebroso de la historia milenaria de Irán.
Es curioso ver que no importa cuanta retórica utilizan los matones que rigen hoy el país, ellos nunca lograrán convencer una población que, por su historia, lo único que buscan es un régimen político representativo y democrático. Las protestas ya no tienen tanto empuje como la semana pasada, pero estará allí, presente, asechando cualquier momento leve de debilidad para derrocarlos. Podría ese ser el primero momento de la historia reciente del mundo musulmán donde, por fin, el pueblo conquista su libertad. Esa fuerza es demasiado grande para contener, especialmente tomando referencia a la historia de Irán.
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