La derecha israelí se jacta de ser los verdaderos patriotas en ese país, y de ser los verdaderos sionistas. Acusan a la izquierda de traicionar el principio de un Estado judío en Israel, con mayoría y gobierno judío, al presentar la necesidad de hacer compromisos con los vecinos árabes, y hasta renunciar territorios, si es necesario, para mantener una paz duradera.
Pero los verdaderos traidores siempre fueron los derechistas de Israel. Esas caricaturas de los jerutnikim y los Jabotinskeanos, que tanto odian a Israel que incluso sus palabras de amor a ese país son, en el fondo, una forma de hacer daño a ese país.
Pensarán que soy extremadamente partidista en ese sentido. Que no puedo generalizar y dar estereotipos a todo un grupo político mayoritario en Israel. Pero en el fondo, ellos mismos saben de qué estoy hablando. Ellos odian a Israel porque, para ellos, el Sionismo ya se ha completado y, por lo tanto, sólo se trata de controlar sus frutos.
Pero se olvidan de lo que se trata el Sionismo. Algo más importante incluso que la existencia del Estado de Israel. Ese elemento importante por la que da una razón de existencia de ese movimiento emancipador de un pueblo al que le negaron el derecho básico a lo que el propio Sionismo reivindica. ¿Qué es ese elemento, ese objetivo fundamental del Sionismo? El futuro.
No existe ideólogo sionista verdadero que no busca la construcción del futuro del pueblo judío. Israel no tiene sentido sin ese futuro. Ese futuro, sin embargo, es lo que la derecha de Israel odia. Ese futuro implica la inexorabilidad de la paz con los palestinos y el resto de los vecinos árabes. Ese futuro implica que sus posturas jingoístas y agresivas quedarán obsoletas. Y ellos serán una voz desdeñada desde ese futuro. El Sionismo busca construir ese futuro al pueblo judío.
Todo se resume en que el pueblo judío busca un territorio nacional donde vivir en paz, seguridad y, sobre todo lo anterior, libertad. ¿Qué tipo de régimen quiere imponer la derecha israelí? Pues algunos piden la teocracia fanática, otros el expansionismo fascista, otros un régimen neoliberal corrupto... Todos estos proyectos dañinos que han causado no sólo el hiatus de la inmigración judía a Israel, sino ha causado el exilio de mentes jóvenes, hartos de una vida insoportable en ese país, asfixiante por falta de seguridad o por falta de libertad con la excusa de excesiva seguridad. Es un Estado sin futuro, viviendo en una permanente histeria basada en la situación del presente, y presa de un constante ciclo geopolítico miope.
Yo, como izquierdista israelí, busco una cosa: la victoria del Sionismo. La victoria de la creación de un Estado donde los judíos, sobre todo jóvenes, tengan la capacidad de construir un futuro mejor. Pero ese Estado, naturalmente, será el catalizador del cambio que podría afectar no sólo al Próximo Oriente dominado por tiranías y déspotas sin escrúpulos, sino el mundo entero. Ese es el ideal Sionista, sobre todo de la izquierda.
La derecha israelí, hasta ahora, fracasó en construir un proyecto de futuro para ese país. Quizá debería dejar de alimentarse exclusivamente de lo mal que les van en el presente.
Pero los verdaderos traidores siempre fueron los derechistas de Israel. Esas caricaturas de los jerutnikim y los Jabotinskeanos, que tanto odian a Israel que incluso sus palabras de amor a ese país son, en el fondo, una forma de hacer daño a ese país.
Pensarán que soy extremadamente partidista en ese sentido. Que no puedo generalizar y dar estereotipos a todo un grupo político mayoritario en Israel. Pero en el fondo, ellos mismos saben de qué estoy hablando. Ellos odian a Israel porque, para ellos, el Sionismo ya se ha completado y, por lo tanto, sólo se trata de controlar sus frutos.
Pero se olvidan de lo que se trata el Sionismo. Algo más importante incluso que la existencia del Estado de Israel. Ese elemento importante por la que da una razón de existencia de ese movimiento emancipador de un pueblo al que le negaron el derecho básico a lo que el propio Sionismo reivindica. ¿Qué es ese elemento, ese objetivo fundamental del Sionismo? El futuro.
No existe ideólogo sionista verdadero que no busca la construcción del futuro del pueblo judío. Israel no tiene sentido sin ese futuro. Ese futuro, sin embargo, es lo que la derecha de Israel odia. Ese futuro implica la inexorabilidad de la paz con los palestinos y el resto de los vecinos árabes. Ese futuro implica que sus posturas jingoístas y agresivas quedarán obsoletas. Y ellos serán una voz desdeñada desde ese futuro. El Sionismo busca construir ese futuro al pueblo judío.
Todo se resume en que el pueblo judío busca un territorio nacional donde vivir en paz, seguridad y, sobre todo lo anterior, libertad. ¿Qué tipo de régimen quiere imponer la derecha israelí? Pues algunos piden la teocracia fanática, otros el expansionismo fascista, otros un régimen neoliberal corrupto... Todos estos proyectos dañinos que han causado no sólo el hiatus de la inmigración judía a Israel, sino ha causado el exilio de mentes jóvenes, hartos de una vida insoportable en ese país, asfixiante por falta de seguridad o por falta de libertad con la excusa de excesiva seguridad. Es un Estado sin futuro, viviendo en una permanente histeria basada en la situación del presente, y presa de un constante ciclo geopolítico miope.
Yo, como izquierdista israelí, busco una cosa: la victoria del Sionismo. La victoria de la creación de un Estado donde los judíos, sobre todo jóvenes, tengan la capacidad de construir un futuro mejor. Pero ese Estado, naturalmente, será el catalizador del cambio que podría afectar no sólo al Próximo Oriente dominado por tiranías y déspotas sin escrúpulos, sino el mundo entero. Ese es el ideal Sionista, sobre todo de la izquierda.
La derecha israelí, hasta ahora, fracasó en construir un proyecto de futuro para ese país. Quizá debería dejar de alimentarse exclusivamente de lo mal que les van en el presente.
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