lunes, abril 14, 2014

Un mensaje de pesaj (pascuas) trascedental

Ya han sido varias las entradas dadas aquí sobre la asociación de vincular la festividad judía de Pesaj, eso es la fiesta de la liberación de los hebreos de la esclavitud en Egipto, con el caso del régimen español y europeo actual. Pero con las transformaciones que experimenté este último año, los cambios enormes me surgieron en mi interior al mirar lo que pasaba a mí alrededor, me gustaría hacer una interpretación personal de lo que significa esta festividad, particularmente de cara a la celebración de esta festividad mañana por la tarde.



Pesaj, también llamada "Pascua judía", tradicionalmente se asoció con la liberación del pueblo de Israel gracias al poder de Dios, siendo el más poderoso de los dioses (en la Biblia nada indica que no habían otros dioses) y ciertamente más poderoso del más poderoso de los humanos, como era Faraón. El acto principal que se celebra es un acto de fe hecho por el pueblo de Israel cuando sacrificaron el cordero para colocar su sangre sobre sus puertas, permitiendo a Dios pasar por encima de las casas del pueblo salvado y matar, así, sólo los primogénitos egipcios en una última y terrible plaga de castigo. Pero incluso existe otro significado tradicional que perduró los siglos, que forma parte de lo que significa ser humano, de la intención original y principal que se expuso en la Biblia durante la terrible odisea que el pueblo de Israel sufrió en Egipto: las ansias de libertad, de dignidad y de justicia social.

En Éxodo 11:3, los hebreos les piden y se llevan las riquezas de Egipto una vez que Faraón les haya dejado ir. Lo que parece ser un saqueo de Egipto, sin embargo encuentra una explicación interpretada aproximadamente en el siglo IV de nuestra era, en un cuento recogido por el Talmud Babilonio, Tratado Sanhedrin, página 91b. Cuenta la historia que los egipcios, indignados de aquel "saqueo", apelaron al entonces Rey Alejandro Magno que los judíos devuelvan ese "dinero saqueado". El sabio rabino Gebiha ben Pesisa, en representación de los judíos, les responde que la misma Biblia dice que los hebreos estaban en Egipto 430 años, y que por lo tanto son los egipcios, no los judíos, son los que deben pagar el dinero pendiente por el trabajo de aquellos esclavos liberados. Acto seguido, los egipcios escaparon y dejaron sus riquezas y tierras detrás para el disfrute de los restituídos judíos.

Esta historia legendaria nos indica algo evidente: todo trabajo merece ser justamente remunerado. Pero también señala una realidad que casi se nos escapa. Los opresores siempre buscarán los trucos para recuperar la injusticia, y siempre exprimirá lo que puedan de los oprimidos. Esa historia, escrita en época tardoantigua, ahora se repite 1600 años después, en la sociedad moderna.

Las desgracias de los esclavizados por la reforma laboral de un faraón tiránico como lo son los gobernantes de hoy no sólo se limitan a reformas laborales varias, o a la lamentable esclavitud producto del endeudamiento impagable (tal como lo eran la mayoría de los casos de campesinos esclavizados en aquella época antígua). También los opresores, en su mezquindad, exigen que les pagen de vuelta lo que ellos interpretan de "saqueo", lo que hoy llamamos impuestos. La élite busca siempre escaquarse de ellos, mientras sigan exprimiendo los recursos humanos como naturales que todos usamos, pero que pagan sólo los de abajo. 



La tradición judía de Pesaj, tan humana que sobrepasa las barreras del tiempo, nos dice que nosotros siempre debemos estar atentos. Los opresores nunca dejarán de buscar la forma de debilitarnos, humillarnos y evitar que nosotros, la mayoría oprimida por el sistema financiero esclavizador, podamos reclamar justicia. Pero en el momento que nos enfrentamos cara a cara con aquellas cobardes oligarquías, resulta que huirán y dejarán sus riquezas detrás, para el disfrute de los oprimidos. Nos señala que la libertad, la dignidad en el trabajo y la justicia social son derechos inalienables, dados desde la creación del mundo, y que su negación es una maldad intolerable que será castigada con la destrucción de todo lo construido por injusticia y explotación.

Pesaj es la festividad de la conquista de la dignidad humana. No es simplemente Dios el que liberó al pueblo de Israel, es el propio pueblo, con sus ansias de libertad, con su enfrentamiento con el poder opresor, lo que permitió su liberación. En cuanto a los opresores egipcios la historia de Pesaj señala algo evidente: todo lo que consiguieron construir en 430 años esclavizando a otro pueblo para su beneficio se arruinó con las 10 plagas. Al final de la historia Egipto se quedó sin nada, empobrecida, destruída. La razón es porque ningún poder tiene derecho de sustentarse sobre la injusticia y la explotación de los demás. Es esa la lección fundamental que nos enseña la tradición judía de Pesaj a toda la humanidad, enalteciendo las esperanzas de los oprimidos, y aterrorizando a aquellos que los oprimen. Puede que no existan castigos divinos, pero el peor castigo que les puede llegar a los explotadores es el momento que, como el pueblo de Israel, decidamos en un acto de raciocinio sacrificar los ídolos del sistema económico y político actual y usemos nuestra voluntad para conseguir la ansiadada libertad que nos están intentando denegar. Pongamos fin a la esclavitud moderna en Europa y en el resto del planeta. Luchemos por la libertad y un mundo mejor, con este mensaje humano en mente.



¡Feliz Pesaj y Jag Sameaj a todos!

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